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Las emociones son contagiosas.

¿Te ha pasado que cuando subes a un ascensor y lees un cartel que dice “sonría que le estamos filmando”, inmediatamente sonríes? ¿has notado lo que sucede cuando alguien cercano a ti esta triste? ¿qué ocurre cuando el equipo de tu hijo gana un partido de fútbol? Las respuestas a estas preguntas podemos encontrarlas en algo que se conoce como contagio emocional, que se activa cada vez que interactuamos con una o varias personas, ya sea con nuestra pareja, nuestros amigos o compañeros de trabajo.

Sí, nuestras relaciones se ven afectadas por la forma en la que interactuamos con los demás, es un proceso primitivo e inconsciente.

Nuestro día podría empezar con un saludo, una sonrisa, una caricia, un beso, el silencio o la indiferencia, lo que, sin dudarlo provocarán en nosotros emociones que se reflejan a lo largo de la jornada.

Podemos decir que la emociones son como un virus que esta en el aire y que se instala en nuestro sistema para provocar reacciones positivas o negativas. Pero ¿te has puesto a pensar lo inconscientes que somos, de lo que provocamos en los demás?

Si tomáramos el control de nuestras acciones podríamos saber que el ambiente en casa, por ejemplo, se determina por la forma en la que saludamos a nuestra pareja o nuestros hijos, el tono de voz que usamos y los gestos que hacemos para generar vínculos saludables.

¿Qué tal si pensamos en nuestro trabajo? cuando existe un ambiente de incertidumbre inmediatamente se empieza a percibir inseguridad, ansiedad y miedo, esto se riega por cada rincón haciendo menos productivo y agradable el desarrollo de las actividades. Basta con que una persona empiece a hablar de lo difícil que es concentrarse o el miedo que siente de perder su empleo, para que los demás sientan algo parecido. Son nuestras emociones las que salen a flote y que si no se controlan se esparcen.

Es por eso que te invito a que te fijes de forma consciente en las emociones que sientes, ponles nombre: frustración, enojo, ira, alegría, ansiedad, tristeza, amor, confianza ¡reconócelas! ¡acéptalas! porque están ahí para alertarte o darte impulso. Piensa  en aquellas que contagias para que así promuevas más de aquellas que te hacen feliz y menos de las que te limitan y alejan de los demás

Si me preguntas cómo fomentar las emociones positivas: haz más de lo que te gusta. Come chocolate, baila, haz deporte, sal con tus amigos, organiza un paseo al aire libre y limita lo que te desgasta como la lucha de poder, la crítica o la queja. Rodéate de personas positivas, aquellas que son una vitamina, con las que te ríes, conversas, caminas y recargas energía.

Recuerda que las emociones son invisibles y no solo se transmiten con nuestros gestos, sino también cuando escribimos un mensaje o hacemos una llamada, por lo tanto, piensa bien antes de enviar ese mensaje desagradable o decir algo negativo de alguien.

Parece difícil y a veces solo es necesario re leer el mensaje antes de darle a enviar, o calmar nuestro enojo y frustración antes de hacer esa llamada.

Como dice la escritora Maya Angelou: “la gente olvida lo que dices o haces, pero jamás olvida como la haces sentir”, sé consciente de la gran capacidad que tenemos de contagiar emociones y elige ¿qué emociones quieres contagiar desde hoy a los demás?

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